sábado, 22 de octubre de 2011

Un anillo

Cuando tenía 15 años mi mamá me regalo un anillo, nada fino, nada costoso, pero era especial ya que mis dedos son muy pequeños y muy delgados y fue el primero que me quedo perfecto. Dedo anular o cuarto de la mano izquierda, si, aquel donde se colocan los anillos de compromiso o de matrimonio. 

Este regalo permaneció día tras día en mi dedo durante 5 años. Jamás lo perdí, jamás me lo quite, era rutinario verlo, pequeño, oscuro, con una flor que con el tiempo no marchitaba. Me acompaño durante días de extrema felicidad, durante los días grises, llego a ser el único objeto sobre mi piel cuando decidía  mostrar mi desnudez.

Siendo perfecto, siendo mio, decidí que jamás me lo quitaría hasta que un anillo de compromiso o un anillo de boda lo sustituyera. Lo conocí a él, me enamore perdidamente, un día le regale mi anillo como un símbolo de compromiso. Pero nunca recibí un anillo a cambio. 

Hace un mes busqué mi anillo en una caja donde él lo guardo, no lo encontré, me enoje un poco, creí que él lo había perdido como un objeto sin importancia. Hace unos días decidí separarme de él y extrañamente mi anillo regresó. Nuevamente esta en mi mano, como hace 5 años, nuevamente esperando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario