domingo, 8 de enero de 2012

Para P.V.

-¿Puedo confesarte algo? - Le dijo el mientras se encontraban bailando retirados de la multitud en la pista de un elegante y gran salón.

-Desde luego – Ella con aquel tono de optimismo que usualmente la caracterizaba, esbozando una sonrisa de complicidad que reflejaba su completa emoción por ese momento que años atrás no figuraba como una posibilidad ni siquiera como un sueño.

-Espero no te enojes conmigo, probablemente lo que tengo que decir sea algo que provoque en ti odio, o por lo menos tengas cierto desprecio hacia mi, pero deseo que me entiendas.

- Adelante dime aquello que no puedes contener - Intercambiando su hermosa sonrisa por un gesto de incertidumbre y algo de miedo. 

- Simplemente intenta no odiarme después de esto - Haciendo una pausa ceremoniosa y respirando profundo prosiguió con su discurso - Siempre me di cuenta de aquellos sentimientos que tu tenías hacía mi, realmente era consiente de ello. Pero siempre tuve miedo de que vieras a través de mí, que conocieras mi verdadero yo, aquella persona débil que no sabía tomar decisiones oportunas, que siempre se enamoraba de las peores personas o que creía enamorarse, y a su vez se avergonzaba de absolutamente todo y que probablemente no podría haberte ofrecido lo que tu con tus hermosos actos merecías. No quería que conocieras a mi madre a quien consideraba una loca, o que notaras mis actos llenos de excesiva imprudencia, ni que me vieras cometer arrebatos inmaduros del adolescente que era. Siempre quise que me conservaras en tu mente y en tu memoria como un ser platónico, probablemente hermoso, me gustaba saber que podía despertar el interés y el amor de alguien pero mi mente torpe y mi corazón destrozado no me permitían creerlo como algo mio. Un amor que me perteneciera y que fuera digno de recibir. Pero quiero que sepas que hoy más que nunca necesito ese amor que sólo tu sabes dar. 


No puedo concluir esto, porque desconozco al reacción de ella. Próximamente...

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