martes, 21 de mayo de 2013

El arte de proyectar. Me.

En la facultad de arquitectura nos enseñaron a proyectar edificios, construcciones y gran diversidad de espacios. Hay, como en todo, una metodología del diseño y de la proyección. A final de cuentas quien maneja mejor el método obtiene un mejor resultado final del concepto proyectado, al grado de poder llamarlo: Obra de arte o Patrimonio de la humanidad.

¿Y si decido proyectar mi vida? Convertir mi vida en una obra de arte creada por mis propias manos. Decidir hacia dónde, cómo y cuándo ir.

Me he dado cuenta estos últimos días que proyectarse no significa querer ser alguien más, ni anhelar las cosas ajenas. Proyectar: es crear algo nuevo y funcional y de preferencia bello,  dependiendo de las características intrínsecas de las necesidades particulares de cada individuo, conociendo sus determinantes y sus condicionantes. No copiar al de a lado.

Por mucho tiempo he anhelado las cosas y situaciones de los demás, hace algunos meses: Los empleos de otros, las graduaciones de otros, los matrimonios de otros, los hijos de otros, los carros de otros, los lujos de otros, etc; y sin voltear a ver lo que a mi me corresponde mi propio y único destino. Probablemente si empiezo a pedir y a crear lo que a mi me corresponde y a ser feliz con ello, todo empiece a cambiar. Mi método de proyección era equivocado y no se puede obtener lo que ya es de alguien más, pero si se puede obtener lo que le corresponde a cada quien.

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