Ese es el gran problema siempre, estamos con alguien y deseamos cada vez más y más. Queremos ser exclusivos, queremos ser los únicos, los mejores, si se puede los primeros y los más importantes en la vida del otro. Deseamos controlar cada situación, cada pequeño detalle y no nos damos cuenta que en ese ir y venir asfixiamos al otro. Desgastamos las situaciones, le quitamos el elemento sorpresa a la vida y a la vez nos preocupamos tanto por ser en la vida del otro alguien que dejamos de ser nosotros mismos. Ni siquiera sé porque escribo esto, tal vez por todo lo que he visto últimamente y porque en múltiples ocasiones yo me he comportado de esa manera, aunado al hecho de que he perdido la inspiración para mi novela.Ahora lo pienso, querer ser exclusivo es tonto, pero teóricamente sospecho que es parte de la condición humana. Y parte de nuestros tontos complejos.
Retomando lo de la inspiración para mi novela, no sé que giro darle, sé todo lo que me falta escribir, pero todo se ha estancado, mi fantasía se cortó como leche agria, me dieron un balazo en las emociones y me es difícil volver a empezar. Principalmente y ahora entiendo porqué escribo estas cosas, es porque quisiera comprometerme de verdad con alguien, mi relación más duradera fue de dos años y creo que el enamoramiento se agotó y el amor no fue suficiente. Tal vez fui yo la que quería más y más, hoy no sé que quiero, creo que soy un corazón difícil de consolar y estoy muy dañada.
Hace poco me sorprendí preguntándole al amante en turno:
- ¿Te parezco bonita? ¿Te gusto?
Y el contestó:
-Si, si no, no estaría contigo.
Sigo siendo tan insegura.

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