Ella lo sabía, desde hace muchos ayeres, inclusive podría decir que desde hace una década. El viento siempre se lo dijo al oído: "Tu no perteneces aquí".
Tuvo la fortuna de escuchar cuidadosamente las ideas de los demás durante muchos años, de leer y ver el mundo a través de los ojos equivocados, pero este era su momento de aprender a vivir en su propia piel, con sus propias armas. Despegar y conocer el infinito de probabilidades, un viaje maravilloso dónde el límite era ella misma.
Acompañada de su música, de los maravillosos sonidos que formaban el soundtrack de su vida, lo necesario en unas cuantas cajas y su radiante espíritu ansioso de libertad y de respirar, consumirse en cada respiración, en la tranquilidad del alba y las gotas de rocío en las ventanas.


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